3 nov 2008

Perder ganó


La escritora argentina Raquel Robles, ganadora del premio Clarin de novela (que contó con un jurado en el que se destacaba el Nobel José Saramago) con su obra Perder -donde se relata el dolor de una madre ante la pérdida de un hijo-, tiene una historia particular. Es por eso que, con motivo de su premio, algunos de sus compañeros de H.I.J.O.S (Hijos por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio) escribieron una nota conjunta que vale la pena leer:

"¿Ganar o perder? Los polos opuestos se atraen y eso lo sabemos muy bien. Raquel Robles es hoy flamante ganadora del Premio Clarín de Novela 2008. Su obra, Perder, presenta a la autora como ganadora pero... ¿cuánto podemos decir de su pérdida? De nuestra pérdida.
Porque fue por la pérdida que nos encontramos y así, perdiendo, crecimos juntos. Y eso es todo ganancia.

Hace 15 años comenzamos a mirarnos a los ojos, a ver y observar con profundidad. No podíamos encontrar por ningún lado a nuestros padres. ¿Estaban perdidos? No. Habían perdido. Sí. ¿Si? En definitiva, cuando te pasa algo así, esa ausencia se transforma en derrota y así nos encontramos, perdiendo, desde hace mucho tiempo.

Perdimos a nuestros viejos, pero tan sólo eso sería insignificante. Porque además de perder su abrigo, perdimos su espíritu; nos lo robaron, mejor dicho. Nos quisieron robar sus nombres y sus rostros. Sus sueños. Y sobre todo el futuro.
Pero la pérdida no implica no ganar.

Porque ganar va implícito en cada acto de la vida, si se lo busca. Y para buscarlo es que nos encontramos. Y empezamos a caminar. A reconocernos en nuestras historias y a reconocer que, para ganar nuestra historia, era imprescindible apretarnos fuerte. Brazo con brazo, hombro con hombro. Eso hicimos. Poniendo la mira sobre un objetivo claro: pelear contra la impunidad.
Ganamos. Encontramos ese proyecto por el que lucharon nuestros compañeros y compañeras. Nos reconocimos en sus ideales y los asimilamos como parte de cada uno. Ganamos madurez y crecimos como personas, como colectivo y como actor político. Y junto a esta victoria fuimos conociendo a Raquel. Ganadora desde el primer día. Dispuesta a perder, pero jugando a fondo y sin mezquindades.

Hoy se la premia como escritora, como novelista, pero debemos decir que en el brillo de la estatuilla o en el de sus ojos encontramos no sólo palabras brillantes o una buena historia con sentimiento. Porque en Raquel, además, hallamos una novela de derrotas y victorias. El compromiso por una lucha que trasciende generaciones. Una lucha por la dignidad. Este premio tiene un pañuelo blanco sobre la frente. Es un grito, alarido de los despojados, consuelo de los humildes. Es una denuncia desesperada Por los que no tienen techo o mueren bajo las balas del gatillo fácil. Para los que escondemos tras las rejas o desterramos con el paco.

A cada integrante de la agrupación puede gustarle o no la novela Perder, pero si buscamos una crítica común, una que lleve las posiciones del conjunto, esa síntesis que tiene que incluir a todos y a todas, caeríamos sin lugar a dudas en un melancólico ejercicio de memoria que nos dejaría moqueando por una largo rato. Porque precisamente esa es una de las grandes virtudes de Raquel. La síntesis colectiva. Su palabra conciliadora ante las posturas más distantes, su claridad política para mostrar un panorama mucho más amplio al contemplado y su adicción por la justicia.
Así es que con cada palabra de nuestra compañera encontramos la construcción de un relato común, de un mismo posicionamiento ante la vida, de una filosofía de lucha. Un cuento de múltiples autores. Ninguno anónimo. Todos forman parte de la organización H.I.J.O.S. Los que hoy estamos y los que están volviendo. Cada distinción nos enorgullece. Las que van al colectivo o las que reciben los compañeros y compañeras en forma personal. Eslabones de una misma Identidad, se enriquecen mutuamente y se disfrutan como una única verdad.

Hace algún tiempo esta entrañable compañera decidió seguir su propio rumbo, con el mismo horizonte y con la plena convicción de llevarse consigo todo nuestro apoyo y deseos de fortuna. Nos dejó con el vértigo de tener que poner en palabras lo que piensa un colectivo. Quedamos con la difícil tarea de suplantar una tinta punzante y en colores.

Este artículo no pretende ser un homenaje a Raquel Robles. Intentamos en su persona reconocer a todos los compañeros y compañeras que triunfan en sus vidas dejando bien alto el nombre de esta agrupación. Sabemos que si ella lo lee va a darse cuenta de que seguimos siendo los mismos. Verá que la extrañamos y que también la necesitamos.

Necesitamos que siga con esa fuerza. La que nos marca que todavía podemos Perder. Que Julio López no está y que muchos genocidas se siguen muriendo impunes. Fuerza que nos muestra que para ganar hay que arriesgarse y que tomar la voluntad de hacerlo es más importante que cualquier resultado. Porque si junto a Raquel no hubiéramos salido a escrachar a los genocidas, leyendo los discursos discutidos por todos pero escritos por ella, hoy no podríamos llorar al ver que ratas como Bussi lloran, pero entre rejas. Porque mientras no sepamos qué pasó con cada uno de nuestros desaparecidos, vamos a seguir necesitando de alguien que nos cuente un cuento, que los pinte grandes y que los traiga al recuerdo. Porque mientras sean los apropiadores de nuestros hermanos los que nos entreguen los premios, nobleza obliga, vamos a seguir escribiendo esta novela viva del Juicio y Castigo.

No nos vamos a engañar. A veces perder y ganar van de la mano. De eso se trata esta nota.
Perdemos porque nos duele la ausencia La de nuestros compañeros pero por sobre todo la de una sociedad que no puede entender que entregar premios no limpia los delitos.

Ganamos porque la compañera se lo merece. Ganamos porque este premio nos devuelve energía para seguir luchando, nos muestra que lo imposible sólo tarda un poco más y que ya estamos un pasito más cerca.

Porque más allá de si logramos llegar o no, lo importante es transitar este recorrido, sabiendo que se puede perder o se puede ganar.
Lo que no se puede es dejar de escribir.
Gracias Raquel."

La carta fue publicada originalmente en ElArgentino.com